jueves, 23 de enero de 2014

Veredas

Es un berrinche que viene desde adentro, cada que volteo a ver, ahí esta. Es lo que no puedo tener, pero con presencia constante. La oportunidad de tenerlo completo, ya pasó. No me arrepiento de haber dicho no en su momento, era la condena al infierno en vida, pero también era sentir un poco el cielo en vida. Sin embargo, la culpa es un represor poderoso, yo no sabría bien que hacer o no con ella.

Ahora, cada que el recuerdo de lo que sucedió vuelve a mi, es a veces fuerte, a veces borroso, a veces es tan intenso que sigue quemando por dentro, a veces es sólo un pequeño carbón rojo en el hogar.

El cine mental vuela tan rápido, a tantos lugares, a tantas situaciones, a tantos sueños. Lo que tengo en casa no cumple con lo que es mi más profundo anhelo, no me remuerde decirlo. 

Esa insatisfacción mental, física y emocional nos arrastra a todos, a unos más a otros menos. El que yo esté consciente de lo que pasa no acelera la recuperación, sólo hace más lenta la agonía. 

El cerrar los ojos e imaginar el hubiera es un ejercicio tonto, que consume mucha energía innecesariamente, es algo que no debería suceder, al menos no tan a menudo. Y a pesar de ello, aquí estoy, dándome golpes a mi misma con el hubiera de hace un año.

Ese berrinche de querer tener lo que se tuvo, pero que se dejó ir, ese hubiera que ahora no existe porque se diluye rápidamente con las acciones que si fueron, es algo que alcanzo a comprender, pero no a domar.