jueves, 23 de septiembre de 2010

Je te deteste, mon coeur

Le diste esperanzas a ella.
Me mandaste a vivir un infierno a mi.

Le prometiste lo que no podias darle.
Tampoco me lo diste a mi.

No entiendo por qué le decías cosas lindas,
cosas que no me dijiste a mi.

Ella encantada respondía,
porque así es la facilidad.

No entiendo por qué le prometiste,
algo que no podías cumplir.

No entiendo por qué si llego a hacerte lo mismo,
sin dudar, no me perdonarías.

Tu dices: sólo fue una vez,
realmente fue todo más de un mes.

Ella dice que tienes un lugar en su corazón:
enorme mentira, porque fuiste de ocasión.

Ella dice que te quiere mucho.
Otra mentira más.

No se si ya dejaste de estar con ella,
o ahora te escondes mejor.

No juegues más conmigo,
ya una vez rompiste mi corazón.

De nada sirve que yo llorara tanto.
Al parecer no te dolió.

Prefieres perderme a mi,
que matar lo que tienes con ella.

El tiempo da la razón,
pero no una segunda ocasión.

martes, 21 de septiembre de 2010

Cuatro letras

Eres tu la que limosnea el amor sin saber lo que es.
Eres tu la que quiere que la quieran, pero no sabe querer, ni darse a querer.

Eres la que anda en busca de algo que no se puede conseguir fácil.
Intentas robar lo que a otras les ha costado tanto.
No sabes amar.

Te indignas y no aceptas resignación, es una batalla perdida para ti.
No entiendes como eres el plato de segunda mesa.
¿Cómo no serlo, si buscas donde no hay, con quien ya tiene?

Vive tu cielo cinco minutos y tu infierno el resto de tu vida.
No vales la pena, eres mujer de paso, totalmente desechable.
Pierdes siempre, no sabes jugar.

Pides lo que no te pueden dar, porque ya es de otra.
Algunos caen, te quieren, pero no te aman.
Otros sólo se dejan llevar por el espejismo, luego regresan.
Todos saben bien lo que eres, aunque lo nieguen.

No sirve que te escondas bajo el manto de niña buena.
No sirve que finjas dolor cuando no sabes ni sentir.
No sirve que quieras conservarlos, se dan cuenta y se van.

Al final, estas condenada a estar y morir sola, es tu destino.
No puedes cambiarlo, porque es matarte a ti misma.
Vive tu momento de gloria, ríe ahora.
No hay preocupación, triste intento de mujer, porque tu pierdes.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Rouge

Siempre he querido encontrar un cadáver en el baño. Uno hermoso, uno de una mujer a quien la muerte le siente bien.

Cada que abro la puerta para entrar al sanitario, espero con todas mis ganas poder verla ahí; lo hago con todas mis expectativas, con un pequeño vuelco en el estómago, con un aguantar la respiración para recibir la sorpresa, la enorme sorpresa:

Encontrarla sentada, descansando junto al retrete, con la expresión de una sonrisa que más bien es del último aliento de vida. Me gustaría que nadara en un hermoso charco de sangre fresca, que fuera de un profundo carmesí, como el rojo de los pétalos suaves y tersos de un clavel.

Hasta el momento no la he encontrado, pero no me desanimo, yo espero que algún día, común y corriente, la encuentre. Lo he imaginado tantas veces, que ya de cerrar los ojos e imaginarla la puedo ver; incluso he llegado a visualizarla a ella y la ropa que lleva puesta:

Será una mujer rubia, cabellos ondulados y del color de la arena, tendrá la piel blanca como la leche -muy buen contraste con el rojo clavel-, estará maquillada perfectamente, los ojos, la boca, las cejas, las mejillas, un cuadro perfecto.

En cuanto a la ropa, llevará puesto un sencillo vestido blanco, de manga corta, botonadura al frente y a la rodilla, con cuello en V.

Y finalmente, yo al verla me quedaré extasiada, ahí de pie: sin un gesto, sin una palabra, simplemente admirándola. Y no podré reaccionar al ver tanta hermosura y perfección juntas, el momento quedará grabado en mi memoria para siempre, porque así ha sido siempre para mí con las cosas hermosas.