viernes, 27 de enero de 2012

En sepia

Hace 5 años ya... y parece que fue ayer.

Era divertido estar ahí, en lo que ahora tu llamas lugar común, pero que para mi era todo menos eso. Es fácil cuando estás, es doloroso cuando te vas porque sabes que el tiempo ahí ha terminado. No dije adiós, simplemente me fui.

A veces aún viene a mi, completo, todo: una ola enorme que me rebasa, surge desde lo profundo de mi corazón y mi conciencia. Me revuelve, me agita, lloro, lo vuelvo a vivir. Ahora es como ver las fotos tomadas en ese tiempo en sepia -siempre los recuerdos en sepia-. Estando en el recuerdo y a veces estando acá me siento como la Alicia de Bunbury. 

Recuerdo cosas tan nítidamente, mientras que otras son como una breve ensoñación efímera. El tatuaje quedó bien marcado: suave y fino en algunos en algunas partes, profundo y definido en otras. Está hecho de recuerdos unos tan detallados como los poros en la piel, otros tan vagos como sólo un rayo de sol filtrándose entre las ramas de la jacaranda.

Nuestra obra de arte quedó incompleta, pero bien definida, tiene el toque temperamental del artista que sabe que aún no ha terminado, pero que se puede quedar así y la deja ser, la deja volar. Porque sabe que si regresa e insiste, retoca, corrige... entonces corre el riesgo de echarla a perder. 

No quiero echarlo a perder, prefiero que se quede así... tal vez la vida nos lleve una vez más, algún día a ese mismo lugar y entonces, sólo entonces, puede que si las voluntades se juntan, intentemos.




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