martes, 24 de noviembre de 2015

Valorar

Hay momentos en los que no queda más que seguir adelante. Incluso si en el camino se queda una parte de nosotros. ¿Qué me define? ¿Mis acciones? ¿Mi físico? ¿Tal vez mis ideas?

Según yo, debe haber algo más trascendental, algo así como la esencia que alcanza a llegar a la vejez y que debería terminar, al final del día, con todos los achaques físicos, mentales y emocionales dejados de lado, presentes pero no importantes.

Cuando una parte de ti mismo se queda en el viaje no puedes quedarte eternamente a luchar por recuperarla, es necesario darse cuenta de que se ha ido.

Esto tal vez, es lo que llaman madurar. Más bien considero que si se quiere ser feliz debe intentarse a toda costa, incluso con los trocitos o trozotes abandonados en el camino.

Que ya no eres tú de la misma forma, si eso es seguro. Pero ahora eres una nueva versión de ti mismo. Y creo que de cada uno depende si esa nueva versión es mejor o peor de lo que antes era.
Al final del día es como Rafa me decía: hay que divertirse.

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