lunes, 18 de julio de 2016

Dulces sueños

Es tan fácil navegar ese mundo, donde todo se mueve al compás del subconsciente, donde la bruma o un parpadeo lo cambian todo.

Ahí en un momento soy yo, al otro tengo 15 años, al siguiente soy rubia de cabello corto, o una mujer de la corte o incluso un hombre.

Hoy mi subconsciente me llevó de regreso a hace casi 10 años atrás, con varias personas de esa época, incluido un invitado.

Era un día lluvioso, en mi cumpleaños. El regalo apenas comenzaba: se adelantaba, no se parece al de que conocí en un principio, se parece más al de ahora en la forma de ser, pero la sonrisa es la misma. Ahora había algo mejor, menos de un año de esfuerzo había rendido ya sus frutos, muy buenos, por cierto.

A mi sólo me tocaban un día, como regalo. Alguien más tenía la fortuna del diario. Pero en ese momento, que en sueños pueden ser 5 minutos o 2 horas, nada ni nadie más importaban. Sólo mi mirada encontrándose con la suya, mis ojos deleitándose con esa sonrisa y la vista de la inmensidad del cielo. Un cielo con algunas nubes que quedan después de la tormenta, pero que dejan ver lo hermoso de haberla pasado.

Lo mejor era cuando el elemento inoportuno era eliminado, dejaba ver un adelanto muy prometedor de lo que me esperaba teniendo un poco de paciencia. Sólo supe sonreír y agradecer por estar ahí, en ese momento.

Pude ver mi reflejo en uno de los charcos que el agua de la tormenta había dejado: era rubia de cabello lacio a los hombros, con un vestido, un suéter y un lazo en el cabello.

Mi regalo se adelantaba al destino final, que extrañamente era muy parecido al lugar de origen, sólo que ahí me esperaba un festejo por todo lo divertido.

Desafortunadamente no puede durar para siempre: fui a cerrar la camioneta, comencé a caminar hacia el lugar de la fiesta y miré hacia el horizonte, estaba oscureciendo, alcance a sonreír y comenzar a caminar cuando el sueño terminó.

domingo, 17 de julio de 2016

Descubrir

Esta semana el pensamiento me tomó por sorpresa: ¿y si lo que yo he comprado y creído todo este tiempo de ti, no es lo que realmente eres?

Cada uno de nosotros es un libro, sólo es conocido uno que otro pasaje y el resto permanece oculto. Hasta ahora has sido el rey del disfraz: sonrisa y pose, burla, sarcasmo e inteligencia, pero sólo lo justo. ¿Quién ha llegado a conocerte sin la máscara?

Yo temo conocer la respuesta: no es que no puedas, es que no quieres. Nadie hasta el momento ha podido llegar a tu corazón de manera sencilla y directa, sin falsas promesas, sin buscar herir antes de ser herido, porque no lo has dejado.

Hoy vi una frase en redes sociales: quién es más inteligente e interesante se inclina por una perfecta soledad. Creo que justo es lo contrario, la inclinación natural es hacia la selectividad, no hacía la soledad.

Con el tiempo te das cuenta de que no es sencillo poder abrirse al mundo, entonces guardas aquello que atesoras para ser visto sólo por aquellos que realmente intentan y quieren llegar a la última página.

El problema principal es que no todos están dispuestos a intentar. Al menos no hoy en día, cuando la tendencia es mirarme a mi mismo antes que a alguien más.

Regreso a usted, monsieur: perfecta caja de sorpresas aún por descubrir, ni una vida completa dará para todo lo que quiero conocer de tí.