Qué hacer

Hoy te soñé. Volvías después de tiempo fuera, como esté de la realidad donde ya no estás. Llegabas al caos que implica organizar una reunión con todos y que yo esté intentando hablar. Fui la primera y tu ex jefe era el segundo en tener la palabra. Pero comenzó a llover y tuvimos que suspender. Ya todos habían votado. Tomabas mi mano y no la soltabas, a pesar de que muchos veían, a pesar de que sigue en mi vida. Ahora sí te habías decidido y actuabas en consecuencia: no importa lo que piensen o digan los demás, somos como los otros. Yo solo escuchaba todo lo que me decías y sentía la calidez de tu mano y el firme agarre que tenías de mi. Parecía que ahora todo iba a estar bien.

Volado

Si te pegan en una mejilla, ¿debes poner la otra? Entonces, ¿cuándo se paga con la misma moneda?

Alguna vez escribí: ojalá que te lo cobre la vida... Pero alguien respondió: hay que hacer que paguen, la vida no les cobra nada.

Yo estoy segura de que si: esa careta de falsedad termina por cansar. Esa pose, termina por aislar. Nada es real. Tristemente tus 500 amigos de redes sociales son nada, si nunca los conoces en persona, si nadie va a estar ahí en tus momentos difíciles para apoyarte o en tus alegrías para compartirlas.

Sabes qué es el autoengaño y aún así, eliges hacerlo tu estilo de vida. Sabes que no es real y aún así lo pones por encima de otras cosas en la vida. Es tu elección, cada quien elige.

Entonces, no puedes juzgar a los demás desde esa falsa superioridad moral. No sólo se ve mal. Es ridículo, como tú.