viernes, 18 de marzo de 2016

Klassenraum

Heute in Klassenraum: te vi, sólo por lo que dura un parpadeo, lo que tarda el cerebro en darse cuenta de que es una ilusión, pero que después de cobrar conciencia decide regresar a ella para no aceptar la desolación. Te vi en quien menos esperaba.

Y aún así tu visión perfecta generada por mi, me hizo sentir el desierto que abrasa y se lleva todo a su paso, ese que duerme dentro. Me hizo sentir el aplastante calor de la primavera que pugna por salir en un lugar cuadradamente ordenado, blanco, inmenso, elegante pero desconocido.

No es sencillo describirlo, porque es un golpe del que no me puedo reponer y tengo que venir a escribir para intentar seguir, porque pasa el tiempo y siempre vienes a mi en los momentos más inesperados, en los lugares menos familiares y en las personas que mi conciencia busca alejar.

Hay momentos en los que el enojo y la desesperanza de la realidad me consumen: si tan sólo vivieras tu el mismo infierno que yo, el mismo objetivo que parece inalcanzable, el mismo cielo azul profundo de la inmensidad, entonces al menos eso nos uniría.

Pero no, la vida decide que vivas otro infierno distinto al mio, otro donde la injusticia no hace que me añores como yo a ti, otro en el que ni siquiera existo.

Tal vez a estas alturas de lo irrealizable, lo único que puedo pedir y esperar, para obtener la más mínima gota de consuelo en el desierto, es que vivas tu infierno con la misma intensidad con la que yo sobrevivo al mío cada día...

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