jueves, 30 de agosto de 2012

Camila

Alguien ha llegado a mi vida.

Es difícil porque es la primera vez, siempre hay una primera vez. Llegó como todo lo bueno: sin esperarlo, simple y de sopetón.

Una caja en casa de la mamá adoptiva, un niño diciendo: tenemos un regalo para tí. Una sonrisa de complicidad y ya.

Yo tomé la caja cual niña pequeña, esperando una linda sorpresa, tal vez una blusa, tal vez una bolsa. El contenido me dejó sin palabras, no supe si decir gracias o salir corriendo. Como en mi casa me enseñaron y yo aún hago muchas cosas en automático, acepté.

Acepté sin pensar en consecuencias, en cómo me las iba a arreglar; la avalancha de preguntas vino después, en ese momento sólo agradecí. V me decía que si no quería no estaba obligada a aceptar, pero no se exactamente qué dentro de mi decía que iba bien el asunto.

Tenemos ya casi mes y medio viviendo: con enojos, con regaños, con mi "forma nazi de educar" como lo llama V, con mi neurosis que a veces desborda -pero tengo la ventaja de darme cuenta cuando me paso de la cuenta-, con sonrisas, con mi lado de mamá preocupona, enojona y severa -tal y como se produjo y ahora se reproduce, también me doy cuenta y trato de cambiarlo- y con otra perspectiva de las cosas.

Al principio no había contacto, muy poco, debí acostumbrarme a verla, a tocarla, a sentirla, no era sencillo, a veces me detenía la perspectiva de acercarme. Pero creo que he aprendido rápido y he aprendido bien. V me decía: tienes que jugar con ella, tienes que educarla, es tu hija.

Al principio era tan fea, sin gracia, era como decían en casa: dos caras, rastrera, engañosa, todo lo malo.

A la semana vino el punto de quiebre: no la quiero, hay que llevarla a que la duerman, o ver si alguien la quiere, yo no puedo, me da miedo y no hace ruido, me desespera no saber dónde está.

Al pasar esa semana de "prueba" ya no hubo vuelta atrás: es la más bonita, no hay otra como ella, le brillan sus ojitos verdes, me encantan sus patitas, son la onda. Es tan elegante: la forma de sentarse, de comer, de beber agua, de caminar.

Tiene casi mes y medio conmigo, me dicen que viven hasta 20 años, que sea responsable y le compre su afore, creo que no es para tanto, al final es un animal y como bien dijo Nad, los animales no tienen sentimientos y como bien dice V, no hay que humanizarla.

Estamos cuando queremos estar, nos enojamos, nos contentamos, me acaricia cuando quiere y yo a ella. Es, si se puede decir, mi hija adoptiva, pero también mi amiga, mi compañía.

Gracias por llegar a mi vida Camila.

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