jueves, 30 de agosto de 2012

El poder de la lengua

Y vuelve a pasar, no se bien por qué, es a quién menos lo espero. Sería genial entenderlo, pero a veces no todo debe tener una explicación.

Sacar la lengua siempre ha sido característico de la familia. Mamá lo hacía y yo también lo hago. Es un gesto que para mi, denota complicidad, un poco de burla, un poco de jugueteo y un poco de "¿qué me ves?, ¿soy o me parezco?".

Lo hago, sólo con gente que me cae bien, no todos son acreedores a que les enseñe la lengua. Lo hacía mucho con el ex novio, pero agua pasada no mueve molino.

El asunto es que el día de hoy, después de mucho darle vueltas, revisar que no hubiera moros en la costa y después de un paso de valor, me dijeron que el enseñar mi lengua provoca que tengan pensamientos pecaminosos.

Y yo, cual Camila, me sentí alagada.

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