martes, 5 de mayo de 2009

Como lo he imaginado

Platicando el otro día con un amigo yo le decía: ya me voy, tengo sueño y ya es tarde, tengo que dormir. Él me contestó: espera apenas es media noche, tu carruaje no se va a convertir en calabaza y no pasara nada si te quedas otro rato, además...

Con ese además y la pausa siguiente, sabía muy bien que me tenía en suspenso para que yo preguntara: ¿además, qué? Obviamente si pregunte y la respuesta me dejo con más curiosidad: además, es la hora en que salen los vampiros.

No debió mencionarlo, yo cual niña curiosa ya estaba brincando de la emoción para que me contara un cuento sobre vampiros, pero hasta el momento siempre resulta mucho más astuto que yo y me volteó la historia: como es la hora en la que salen los vampiros, debes esperar a que el tuyo vaya por ti.

Yo comencé a interrogar: ¿a qué hora llegará?, ¿cómo es? ¿y si me duermo, llegará? Él me respondió: eso no importa, no importa la hora, lo que importa es que ira por tí. Yo hasta ese momento aún no había entendido muy bien por donde iba la historia, pero después de esto, hizo un comentario que me puso a pensar: cómo llegará, cómo será, qué pasará, eso sólo tu lo sabes, sólo tu lo has imaginado.

Me dejo pensando por un momento: en mi mente no he imaginado aún nada al respecto. Mi mente ha sido tatuada con otro encuentro, no se si mejor, pero más sencillo, simplón, común y corriente para todos, menos para nosotros. Este otro altera dos mundos de una manera dramática pero no violenta: hay un antes y un después tan natural, pero tan escencial que ya no hay marcha atrás, es como cuando 2 piezas del rompecabezas encajan y te preguntas, cómo es que se pudo vivir antes con un faltante tan enorme.

Este encuentro si se lo pude platicar porque si lo he vislumbrado aunque no con lujo de detalles, aún es muy mío como para compartirlo con alguien, es algo que tiene relativamente poco tiempo en mi cine mental, en mi flujo de ideas. Al final, terminé contando yo mi historia así que le apunte en la libreta que me debía un cuento.

El asunto, no problema, es que ahora gracias a mi amigo tengo otra tarea mental por realizar: imaginar y detallar el encuentro con mi vampiro. Cuando por fin pude despedirme y terminar la plática eran las 2 am, pero no lo siento como desperdicio de tiempo ni como fantasía o chisme, lo siento como un ejercicio mental estimulante.

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